Cirugía de la Hernia Inguinal

La hernia inguinal es la salida o deslizamiento del contenido abdominal a través de un orificio o zona débil de la región inguinal.

Las causas que llevan al desarrollo de las hernias se dividen en dos categorías:

   Congénitas: un defecto de la pared abdominal desde el nacimiento.

   Adquiridas: existe una debilidad de la membrana que recubre la pared inguinal lo que unido a factores que aumentan la presión intraabdominal (toser, levantar objetos pesados, la defecación) favorece la aparición de dichas hernias inguinales.

 

Síntomas

Habitualmente el paciente percibe un bulto en la región inguinal, este puede no ocasionar molestias o producir dolor leve o moderado. El dolor inguinal intenso que aparece en un paciente con hernia inguinal nos debe hacer pensar en la posibilidad de una complicación como es la estrangulación. En este caso puede ser necesaria una intervención quirúrgica de urgencia.

 

Diagnóstico

Se basa en la comprobación de la existencia de un bulto o protusión a nivel de la zona inguinal que aumenta al mandar realizar al paciente maniobras que incrementan la presión intraabdominal como por ejemplo toser. La exploración de las hernias inguinales siempre debe ser realizada con el paciente de pie.

 

Tratamiento

El tratamiento definitivo de la hernia inguinal es quirúrgico y consiste en la reintroducción del contenido abdominal y reparación o refuerzo de la pared inguinal. Para restaurar la integridad de la pared inguinal existen varias técnicas que van desde la utilización de los propios tejidos del paciente (músculos, fascias) siendo la técnica de Shouldice el prototipo de dicha intervención y la que mejores resultados consigue. (ver galería)

Las técnicas más utilizadas en el momento actual son las que utilizan prótesis o mallas artificiales que refuerzan la pared inguinal. En este caso, la intervención se denomina Hernioplastia. La  hernioplastia de Lichtenstein es la que se utiliza con mayor frecuencia. La malla está constituida por un material inerte, biocompatible y que excepcionalmente produce infección o rechazo. Se suele tardar entre 30 y 60 minutos en reparar una hernia inguinal dependiendo de las características del paciente(obesidad),tamaño de la hernia y recidivas previas. El polipropileno es el material mas utilizado. (ver galería)

                 

¿Qué anestesia se utiliza?

Puede ser intervenido con anestesia local-sedación, general o raquídea (similar a la que se utiliza en el parto).

La anestesia local con sedación ofrece múltiples ventajas para el paciente:

   Menor riesgo de complicaciones.

   Deambulación inmediata.

   Alimentación oral precoz.

Su seguridad está garantizada por la presencia de un cirujano experto en este tipo de anestesia y de un anestesiólogo que le realizará una sedación a medida y le vigilará durante todo el procedimiento quirúrgico.

 

¿Dónde se va a realizar la intervención?

En un hospital dotado de los recursos tecnológicos y humanos necesarios para que todo el proceso asistencial que usted reciba sea con las máximas garantías de seguridad. En muchas ocasiones, esta intervención se puede realizar ambulatoriamente, es decir sin necesidad de ingreso en el hospital. Si después de un periodo de tiempo se recupera satisfactoriamente, se le dará de alta el mismo día de la intervención y continuará la recuperación en su domicilio. En caso de precisar ingreso en planta, el tiempo de hospitalización suele ser de 24 horas.

Las complicaciones en la cirugía de la hernia inguinal son muy poco frecuentes si bien podemos tener: hematomas, infecciones, rechazo de malla, dolor inguinal crónico, lesiones viscerales. (Véase Complicaciones de la cirugía de las hernias inguino-crurales).

 

Recomendaciones del Post-operatorio (véase Folleto instrucciones postoperatorias hernia inguinal)

Al llegar a su domicilio, se encontrará cansado. Es normal, descanse en la cama o en un sillón cómodo. No debe realizar movimientos bruscos. Si ha recibido anestesia general, puede encontrarse mareado. Si ha recibido anestesia regional (raquianestesia o anestesia epidural), puede tener alguna dificultad para orinar en los primeros momentos. Procure no utilizar maquinaria peligrosa, ni conducir, ni tomar decisiones importantes en las 48 horas siguientes a la cirugía. Es importante no tomar bebidas alcohólicas en este tiempo. Si tose o estornuda, apoye sus manos en la zona operada, así disminuirán las molestias que le puede ocasionar.

En su día a día, recuerde prestar especial atención a estos aspectos:

   Alimentación. Puede tomar la dieta que le apetezca, empezando por cosas blandas (sopas, purés, etc.) e ir progresando hacia una dieta normal variada. Siga una dieta bien equilibrada, alta en proteínas (carne, pescado, lácteos…), para acelerar el proceso curativo. Aumente la fibra y la ingestión de líquidos (2-3 litros/día) para evitar el estreñimiento.

   Aseo. Realice su higiene personal con normalidad, secando la herida perfectamente. No adopte posturas forzadas que le aumenten el dolor. No es aconsejable el baño, mejor dúchese.

   Cuidados de la herida quirúrgica. Puede retirarse el apósito al día siguiente de la cirugía. A partir de ese momento no es necesario cubrir la herida, y es imprescindible la higiene con agua y jabón o el gel que utilice normalmente. Observe la zona de la herida quirúrgica y compruebe que esté limpia y seca. La herida puede estar levemente enrojecida, con pequeñas zonas amoratadas (equimosis) o inflamada. Esto suele ser normal, no debe preocuparse. En caso de llevar puntos o grapas, se le indicará cuándo y dónde deben ser retirados. Siga las recomendaciones de su médico. Si es usted hombre, es recomendable llevar calzoncillo estrecho tipo slip (una o dos tallas más pequeño) para mejorar el confort y evitar la inflamación testicular.

   Actividad física y ejercicio. Desde el primer día es aconsejable caminar. Empiece por pequeños paseos en su casa y continúe con paseos en la calle, aumentando la duración y la distancia según su estado de salud y su forma física. Es conveniente caminar erguido, esto relaja la musculatura abdominal y disminuyen las molestias locales. Cuando se agache, hágalo flexionando las rodillas. Puede empezar a conducir cuando crea que se encuentra bien.

   Aprenda movimientos corporales que le ayuden a reducir los esfuerzos.

   Vuelva a sus actividades normales lo antes posible.

   Evite todo aquello que incremente el dolor (levantar pesos, hacer movimientos bruscos o violentos )

   Tómese el tratamiento médico (analgésicos, antiinflamatorios…) según la prescripción de su médico.

   No podrá realizar actividades que exijan esfuerzos físicos importantes hasta el mes de la cirugía.

 

Llámenos cuando...

   Tenga dolor intenso que no calma con la medicación analgésica suministrada.

   Sangre por la herida.

   Tenga fiebre de 38,5º o más.

   Tenga nauseas y vómitos persistentes.

   Dolor de cabeza que no cede con los calmantes.

   Dolor e inflamación del testículo.